“Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento.
Margarita, te voy a contar
Un cuento”.
Ilustración del libro Margarita, realizada por Elena Odriozola
Con estos versos arranca uno de los cuentos más populares del poeta nicaragüense Rubén Darío. El que quizá fuera el más grande de los representantes del Modernismo literario en español –el “Príncipe de las letras”, como le llamaban algunos– escribió este conocidísimo poema para su niña musa, Margarita Debayle, hija de su médico de cabecera.
Se dice que una tarde, sentado en una playa, escribió este poema a petición de la niña. Así, el azul del mar, el aroma a azahar y el canto de la alondra se unen para crear el escenario donde Margarita descubre un cuento, el de una princesa que soñaba con coger una estrella. ¿Alguien no ha soñado con subir al cielo en su infancia y tocar con las manos algo brillante del firmamento?
El escritor emplea un lenguaje sencillo pero elegante, capaz de crear unas imágenes de ensueño, mágicas y luminosas para los principitos y princesitas ansiosos por conocer, descubrir, experimentar… Para el lector adulto, las imágenes se vuelven tremendamente evocadoras, transportándole a un mundo onírico al que, generalmente, se deja de acudir al crecer.
El poema es un canto a la belleza y, en cierto modo, a la tradición. Es tremendamente conocido en algunos países de Hispanoamérica, donde se sigue transmitiendo de padres a hijos y de abuelos a nietos, a modo de cuento o cancioncilla.
Ideado para hacer soñar, tierno y musical, es idóneo para introducir en el mundo de la poesía a los más pequeños, al narrar la historia como si de un cuento se tratase. Nuestra princesa protagonista se encapricha de una estrella y sube a buscarla al cielo sin pedir permiso a su papá. Los clásicos versos, la exquisita y perfección estética de los mismos, no le roban la simpatía y la frescura a la historia.
En esta mimadísima y trabajada edición –otra apuesta original de la editorial Sleepyslaps, pequeña, pero con un catálogo exquisito– destacan también las coloridas y alegres ilustraciones de la chilena Elena Odriozola, que ayudan a llevarnos a un universo situado a medio camino entre el mundo de los sueños y el del firmamento. Azules y dorados, y una princesa de ojos enormes, no hacen sino dotar de más fuerza y ternura a una historia ideal para jóvenes lectores.
Su musicalidad hace, además, que entren ganas casi de cantarla. Por ello es recomendable no sólo para niños a partir de 5 años –edad a la que empiezan a familiarizarse con las palabras–, sino otros mucho más pequeños, leído, eso sí, a modo de cuento por sus padres. Su sencillez, las rimas y repeticiones, e incluso el tema se prestan a ello. El niño, arrullado por la poesía o cancioncilla (no importa el orden de las estrofas), se verá inmerso en el vaivén del mundo de Margarita, y tal vez quiera también su propia estrella. Y así, sin darse cuenta, habrá descubierto el mágico mundo de la poesía.
Ilustración del libro Margarita, de Elena Odriozola
Porque, sin duda, esta es una de esas poesías maravillosas que no tienen edad. Por eso, queremos despedir esta reseña con los últimos versos:
“Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento”.
Autor: Rubén Darío
Ilustraciones: Elena Odriozola